Katovizate!

4.8.06

Contempopranea: una road movie por Alburquerque

Me temo que Mario se había currado un mega post sobre todo lo acontecido en el Contempopranea y la tecnología le ha jugado una mala pasada. Así que haré un breve resumen para todo el que se lo perdió.

Para empezar hay que decir que Alburquerque está lejísimos. Es más Portugal que España (como pudimos comprobar con nuestros móviles). Nuestra misión principal en el festival era montar un puesto y vender todas las camisetas posibles de tintaplana, esa maravillosa (y ruinosa) empresa que he montado con la Sofi. Pues bien, cogimos la furgo, los bártulos y nos preparamos para la guerra.

Hicimos una parada en el camino en el precioso pueblo de Trujillo, con una plaza que ya les gustaría a muchos. Llenamos el buche (¡qué buena está la comida extremeña!) y continuamos hacia el festival.

Allí nos dividimos. El grupo de los chicas montó el puesto: el festival, para el que no haya estado, se hace en un llano bajo el castillo de Alburquerque. Una especie de pasillo de puestos que van a dar al único escenario. Mientras, el grupo de los chicos montó las tiendas de campaña en lo que ellos creyeron era el mejor terreno de todo el cámping: en lo alto del monte, lejos del baño, en un terreno en cuesta y con escorpiones. Y va sin acritud. El cámping es claramente lo peor de todo el festival. Sólo tiene una ventaja: la piscina municipal de al lado que los alburquerqueños dejan íntegramente para los festivaleros. Y que fue la delicia (y salvación) del fin de semana.

La piscina (que este año dejaba meter comida y bebida) obligaba a comprarse un gorro, lo que enfadó a la mayoría del público. Así que, a lo tonto, el sábado lo pasamos bomba intentando burlar a los socorristas metiéndonos en la piscina de niños sin que nos vieran. La catarsis general vino cuando un grupo de exaltados conquistó la piscina cubierta sin gorro ni ná. Ha sido el momento más recordado del festival y el nº 1 en you tube.

El caso es que el festival es tan pequeño y tan acogedor que se ha convertido, desde ya, en uno de mis favoritos. El pueblo está completamente volcado con el evento. La comida y la bebida no faltan (y a precios bastante populares, algo muy raro en el resto de festivales). Y hay una especie de buenrrollo entre todos los asistentes que hace que el cartel sea lo de menos.

Desde el puesto de tintaplana conocimos gente majísima, hubo un compadreo muy guai -especialmente con la gente de otros puestos- y todos lo pasamos fenomenal. Incluso hubo quien nos compró camisetas! (gracias a todos ellos, de verdad).

¿Y los conciertos? Ah! yo no digo ná, que no vi ná! Bueno, sí, vi a Humbert Humbert, a las 5,30 (¡vaya horas!), cuando ya habíamos recogido el tenderete. Que estuvieron bien aunque se echó de menos algo distinto al disco. Ah! y también vi el final exaltado de la Casa Azul, que, aunque parezca increíble, fue cabeza de cartel y que terminó con un Fan muy divertido. El resto de la crónica musical se la dejo a mis compis para cuando vuelvan de vacaciones.

Vamos, todo superindi.

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